Por Martín Paez de 5to Año
De qué les puedo hablar? De cómo me encuentro acostado escribiendo esto, de la angustia que porto de sólo pensar en el tiempo que falta, o en lo linda que suena la voz de Abel Pintos con unos auriculares y el volumen al 100? Por qué no de todo… Por qué no, mejor, de nada? Quería narrar lo que siento, con todo lo que sentir conlleva. Vacío, por sobre todas las cosas, tristeza, angustia, desesperación, e impotencia, que es la que más fuerte se aparece por sobre las otras. Era necesaria una pandemia/un aislamiento obligatorio, para extrañar a mis seres queridos? A mis abuelos, a mi abuela, que lamentablemente por su edad son factor de riesgo.
Nada tiene sentido, o a nada puedo encontrarle. “¿Por qué?” La pregunta que tenía tan obsesionado a Sócrates, y que al hacerla genera más dudas de las ya existentes. Por qué nos tocó vivir esto en este año? No podía aparecer dos años después? Desde lo científico, mis preguntas serían consideradas como muy boludas, y lo son, pero a lo que voy: Era necesario que este virus haya aparecido cuando gran cantidad de gente poseía su felicidad en la cúspide de la gráfica. Personalmente me frustra por el hecho de lo que pierdo, y ya perdí, en este año; la tutoría, por ejemplo. Algo tan esperado desde la hora en la que conoces a tus primeros tutores. Querés saber qué se siente, querés estar ahí, parado, dando el discurso a 70 pendejos que podrían ser tus hermanos. En fin, el sueño dorado se perdió. Esta pandemia imposibilitó el contacto directo, presencial, con ellos, con ellas, con esas personas que afortunadamente pudimos conocer antes de que todo esto empezara. Es triste, sí, pero es lo que tenemos.
La gira: Dos palabras que te endulzan el oído al escucharlas, que te acelera el corazón al acercarse el día de partida. No, gira tampoco habrá, y mi corazón de a poco va perdiendo los latidos que en algún momento fueron tambores de cancha, que no paraban ni un segundo. La gira es algo característico de nuestro bello colegio, es un viaje de unión, respeto, amor, y de fidelidad. Es un lugar diferente, una actividad diferente, un privilegio que como gymnasistas tenemos, un conjunto de emociones de 35 personas, que ansían desde la primera gira, que los 35 del otro lado de la pared se adhieran a ese número, cosa que no es posible. Este año nos tocaba Buenos Aires, la tierra del unitarismo, del egoísmo y de los artistas. Mar del Plata, la cuna de los lobos marinos. Rosario, ciudad natal del mejor jugador de todos los tiempos, y de uno de los cantantes más destacables de la Argentina, el gran Abel.
Es más que obvio que no hay una solución existente para lograr la realización de estas actividades/tares, pero eso no significa que no se pueda hacer nada al respecto, paso a contarles porqué: Es el caso de las tutorías, en donde el deseo de ver a nuestros pendejos es tal, que mediante redes sociales nos movilizamos llegando a una decisión temporal: Tutorías virtuales. En donde por suerte pudimos charlar con ellos, reírnos, preguntarnos cosas, y boludear un rato, cosa que tanto nos gusta.
Con esto quiero decir, que disfrutemos estos momentos, los momentos grandes y los chicos, los insignificantes y los valiosos, porque nunca se sabe cuándo, o por qué razón, nos distanciaremos de nuestros seres queridos, amigos, familiares, conocidos, o de la vida cotidiana en general. Nos vemos pronto…
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