top of page
Buscar

Llegó la hora

Mateo Moreno

La tensión pesaba en el ambiente. El cuarto se colmaba de un desagradable aura de encierro. Los estantes parecían abalanzarse hacia mí, como si quisieran caer desde su parte más alta, envolviéndome. Pareciera que, en cualquier momento, las hojas de los libros estallarían en mil pedazos. No podía manejar ni si quiera mi propia respiración, me ahogaba con saliva a cada bocanada. ¡Eso es, bocanada!

Con las manos tiritando, palpé mis bolsillos, cada uno de ellos. El pequeño bolsillo de la camisa no era quien los resguardaba, tampoco el de detrás del pantalón. Los bolsillos de enfrente solo contenían el envoltorio de un paquete de galletas del drugstore de la otra cuadra.

Me empezaba a agitar, podía sentir mi cabeza palpitar, habría jurado que sentía como la sangre fluía por mis venas. El calor era agobiante, una única gota de transpiración caía por mi frente, aunque la espalda de mi camisa ya se había teñido por completo de sudor.

El cuello me apretaba, me estaba asfixiando. Nuevamente el estar temblando me impidió desabotonar la camisa.

-¡Estoy harto!- Grité y rompí en llanto, nadie escucharía.

La furia encarnó en mi y arrancó los botones, pero no le alcanzaría solo con eso, también fue necesario dar vuelta la mesa ratón de una patada. Normalmente me hubiera arrepentido de esas acciones, pero la violencia se estaba volviendo una costumbre.

¿Qué dirían mis pequeñas si me vieran asi? Probablemente se alejarían, estarían asustadas o desconcertadas ¿Por qué su padre actuaría tan extraño? Aunque ya no debía preocuparme por eso, pues ellas ya no podrían verme. O no podrían aquí por lo menos.

Una brisa fresca entró por el balcón, un escalofrío recorrió mi cuerpo. Eso mismo me hizo recordar.

-La gabardina.- Murmuré, estaba claro, ella los estaba cuidando, siempre en algún lugar hay alguien para cuidarlas.-Gracias.

De un brinco recorrí la habitación entera, para llegar al sillón donde reposaba el abrigo, lo agarré un poco temeroso y me lo puse. Nuevamente empecé a palpar los bolsillos, el izquierdo aguardaba vacío, al igual que su homónimo de derecha. Es impresionante como trae bolsillos la ropa de ahora ¿Cuántas cosas puede cargar una persona? Continué buscando, ahora por dentro. De un lado pude sentir aquella hojalata, entonces respiré y supe que su función aún podía esperar un poco más. Pasé al otro lado y, por fin, allí estaban los cigarrillos. Necesitaba más que nunca quitarme el estrés, pero aún asi la búsqueda me había calmado bastante.

Salí al balcón y me posé en la baranda, hacía tanto que no veía ese paisaje. La calle vacía, los árboles detrás de ella dando la bienvenida, junto al rojizo cielo, a un nuevo amanecer. Un día distinto había llegado, y yo también debía cambiar para hacerle honor, no es como si fuera lo único distinto que aparecería junto con el sol.

La caja estaba casi vacía, tal vez solo un cigarro aguardara por mí, golpee el reverso y lo tomé ¿Para qué hacerlo esperar? Golpee un lado y me saludó el encendedor, con gusto le devolví el saludo.

Con una paz digna de apreciar, llevé el cigarro  a mi boca y recordé aquella película. Es decir, recordé algo de una película, un personaje, más bien un hecho. Las acciones de un hombre que cargaba constantemente un cigarro en su boca, mas nunca estaba encendido ¿Por qué haría aquello? Pues, bastante bien fundamentados tenía sus valores. Vivir con un cigarrillo en la boca es como vivir con arma cargada apuntándote y no presionar el gatillo, tú decides si vives o mueres.

Sonreí mirando el arma en mis manos y, simplemente, lo encendí.

 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

¿Que es un Abuso Sexual?

El pasado martes 30 de Diciembre se publicó la que sería la última edición del periódico estudiantil "Gymnoticias" durante su edición...

Comments


©2019 by Centro de Estudiantes del Colegio Gymnasium. Proudly created with Wix.com

bottom of page