Por Andrés Suárez, Profesor
Tucumán, Argentina, 2020
El cuerpo desgarbado semidesnudo con apenas un taparrabos. Las gotas de sangre y sudor resaltan el rictus de dolor intenso en su rostro. Sus ojos, a veces cerrados, otras abiertos, son el espejo de un sufrimiento intenso que no nos permite fijar la mirada. La maquinaria de la tortura está allí, a la vista. El hombre, o lo que queda de él, no cae al suelo solamente porque tiene clavadas manos y pies, como los remaches que fijan los durmientes de las vías del tren.
Los niños llegan de a poco, con sus guardapolvos blancos o de colores, con sus mochilas, con la alegría de encontrarse con sus compañeros y sus maestras.
Los forman, firmes, en silencio, ordenados. Debe reinar el silencio. Cantan: “es la bandera de la patria mía, del sol nacida que me ha dado dios”. Luego, “en silencio y ordenados” marchan con la imagen sobre sus cabezas, algunos repiten la imagen de la tortura sobre sus rostros.
Día a día someten a miles de niños en nuestra provincia a ver esta imagen, a veces de costado, subrepticiamente, otras veces de manera descarnada, enseñándoles a mirarla y a arrodillarse ante ella.
Si eso no es educar en el terror qué es entonces. La promesa de un paraíso a cambio del sufrimiento en la tierra.
Claro, si una maestra le enseña a un niño sobre la desaparición forzosa de Santiago Maldonado, es un discurso ideologizante que debe ser extirpado de lleno de las escuelas, pero si otra maestra, les dice a sus alumnos que “la homosexualidad es una enfermedad que tiene cura”, eso es libertad de enseñanza, sobre todo si es en el ámbito privado.
Una maestra “ciencias” llega a enseñarle a un niño de primer grado que los edificios y los autos fueron creados por el hombre, y que los hombres y los arboles fueron creados por Jesús…… CIENCIAS enseña???
Educar sobre el terror es educar negando la posibilidad del error, negando la posibilidad de corregir los errores, corregir el rumbo, salir adelante.
El niño vuelve a su casa y agradece la comida, se la agradece a ese hombre, torturado, inmortalizado en la figura en la pared. No le enseñan a agradecer a su familia, que a diario vuelven muchas veces “torturados” de la diaria faena de conseguir el mango para poder seguir adelante. No le enseñan a agradecer a los tantos torturados que sostuvieron con su silencio la vida de miles de familias, entre ellas la mía. En el único Ángel que creí desde chico fue en Manfredi, ese ángel que aguantó la tortura y no entregó a mis padres.
Respeto las creencias personales, PERSONALES pero no puede ser la religión una política de estado, no puede ser el estado el que sostenga económicamente el culto religioso. En pleno siglo XXI nos merecemos un estado verdaderamente laico. No puede la escuela educar desde el miedo coercitivo, sobre el arrepentimiento eterno, sobre el pensamiento acientífico, mítico religioso. Debemos cultivar la fantasía en nuestros niños, pero una fantasía que no se base en el terror sino en la esperanza, en que la felicidad se puede conquistar en la tierra, donde ellos viven.
Parece mentira que hoy sigamos debatiendo sobre estas cosas a más 100 años de la reforma universitaria.
Hombres de una república libre, acabamos de romper la última cadena que en pleno siglo XX nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resulto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que nos quedan son las libertades que nos faltan.
No podemos dejar librada nuestra suerte a la tiranía de una secta religiosa, no al juego de intereses egoístas.
Tremendoo! Muy muy bueno 👏